Vivimos en un mundo en el que parece que el éxito, por necesidad, tiene que ser rápido. En el que no se valora el trabajo constante y a medio plazo.
Todos buscamos la gratificación rápida y no cultivamos la paciencia. Cualquier cosa que podamos imaginar está al alcance de un click. Y como eso buscamos eso nos ofrecen: recetas milagrosas que te harán más delgado, más guapo, más rico e incluso más feliz sin ningún esfuerzo.
Ya sé que no es lo que quieres oir pero hay que equivocarse y caer para valorar los triunfos. Y sí, hay personas que tienen mucha suerte y dan en el clavo a la primera pero el 99% de los mortales hemos metido muchas veces la pata antes de encontrar el equilibrio.
Si tienes en mente emprender o si ya estás metido de lleno en ello mantente firme, con un objetivo claro y empieza por dar el primer paso.
¿Cuál es el primer paso?
Planificar. Decidir a dónde quieres llegar y cuál va a ser el camino. Sentar las bases de todo lo que vendrá después. Un trabajo lento y, en ocasiones, tedioso. Pero ten cuidado con saltártelo porque seguro que va a llegar el momento en el que vas a necesitar tener a mano toda esa investigación previa.
Marcarte unos objetivos que supongan un reto y que te fuercen a ir más allá sería una estupenda forma de ponerse en marcha. Pero como te decía antes, no solamente tenemos que conocer el destino sino también la forma de llegar hasta él.
En la práctica esto significa que necesitas un plan estratégico. Es como poner una dirección en el navegador del coche y decidir si queremos evitar peajes o autopistas, si nos apetece un itinerario más largo pero pintoresco o si, por necesidad, debemos parar en algún punto intermedio.
Ninguna de las opciones que incluya tu plan tienen por qué ser buenas o malas, simplemente adaptarse a ti y al destino final deseado. Es decir, si queremos llegar al punto Y a las 12 de la mañana y habiendo gastado solo la mitad del depósito de gasolina tendrás que pensar que tu hora de partida tendrá que ser la que te permita ir a la velocidad adecuada para no gastar ese combustible extra y llegar puntual.
Si corres más no cumplirás uno de tus objetivos. Si sales tarde tampoco. Todos harán que acabes en el punto Y pero no todos son válidos. ¿Me sigues?
Mi consejo final
Tengo aún otro aviso más que darte. Tan malo es saltarte por completo la planificación como quedarte eternamente en ella. No estires el proceso más de lo necesario.
Si sientes que estás completamente preparado es que llegas tarde. Cierta dosis de riesgo es necesaria y emprender y certeza son dos palabras que no suelen ir de la mano.
El mejor consejo que puedo darte si quieres emprender es: no intentes acelerar el proceso. No te dejes llevar por cantos de sirena. Las cosas se pueden hacer bien de muchas formas diferentes pero ninguna de ellas, al menos hasta donde yo sé, te libra de trabajar.
Cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad normalmente es porque no es verdad. ¿Obvio? Quizás sí pero se nos olvida constantemente.
Márcate tu ritmo, sé consciente de lo que deseas, los recursos que tienes, principalmente tiempo y dinero, y ponte en marcha. Abraza la incertidumbre y si te caes levántate.
Al final, el que aguanta gana. Y la sensación de satisfacción cuando las cosas comienzan a funcionar es indescriptible.
¿Quieres emprender? Yo te ayudo con cabeza, estrategia, mapas para evitar los errores más comunes y herramientas para hacer más sencillo el camino. Lo que no encontrarás son promesas de éxito rápido y sin esfuerzo.
Me encantaría conocer tu opinión sobre este controvertido tema, ¿te animas a dejar tu comentario?
